James Connolly y la causa obrera en la Irlanda de comienzos del siglo XX

JAMES CONNOLLY Y LA CAUSA OBRERA EN LA IRLANDA DE COMIENZOS DEL SIGLO XX
Raúl Garrobo Robles


El presente texto forma parte del ensayo El otro John Ford. Una arqueología del cine social fordiano (frente a la hibernomanía y el sentimentalismo reaccionario de Antonio Rivero Taravillo), que fue publicado por Eikasía. Revista de filosofía en su número 112 (Oviedo, 2023) y puede ser consultado en el siguiente enlace:
Peter Berresford Ellis, Historia de la clase obrera irlandesa, Hiru, Hondarribia, 2013.

JAMES CONNOLLY Y LA CAUSA OBRERA EN LA IRLANDA DE COMIENZOS DEL SIGLO XX

James Connolly (1868-1916) nació y se crió en Edimburgo, adonde sus padres, originarios del condado irlandés de Monaghan, habían emigrado en busca de trabajo. Desde muy temprano, se vio influenciado por su tío, John Leslie, feniano vinculado a la Federación Socialdemócrata marxista (Social Democratic Federation) y a la Liga de la Tierra (Land League). Fue su tío quien lo convenció para que impulsara un partido socialista en Irlanda, lo que se tradujo en la fundación en Dublín del Partido Socialista Republicano Irlandés (Irish Republican Socialist Party) en 1896, cuando Connolly contaba tan sólo veintiséis años de edad. Por aquella época había comenzado a difundir la idea de que el socialismo y la liberación nacional no sólo eran complementarios, sino que tanto el uno como el otro se necesitaban inclusivamente. Un año después, en enero de 1897, Connolly hacía públicas sus ideas en el periódico Sham Van Wocht:
«Si mañana expulsáis al Ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que construyáis una República Socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano. Inglaterra os seguirá dominando. Os dominará a través de sus capitalistas, a través de sus terratenientes, a través de sus financieros, a través de su colección de instituciones individualistas y comerciales que han sembrado en este país y regado con las lágrimas de nuestras madres y la sangre de nuestros mártires. Inglaterra os seguirá dominando hasta vuestra ruina, incluso si vuestros labios ofrecen un homenaje hipócrita al altar de la libertad a cuya causa habéis traicionado».
James Connolly. Antología (1896-1916). La causa obrera es la causa de Irlanda. La causa de Irlanda en la causa obrera. Textos sobre socialismo y liberación nacional, Txalaparta, Tafalla, 2014.

En una Irlanda azotada por la voracidad de unos terratenientes absentistas que históricamente habían obtenido la propiedad de la tierra por medio de la guerra, la violencia y la coacción, Connolly haría un llamamiento a las clases populares irlandesas para recuperar desde el socialismo el tipo de propiedad comunal de la tierra por el que se había caracterizado la isla antes de la invasión anglonormanda de la segunda mitad del siglo XII y que había pervivido hasta los tiempos de Oliver Cromwell, a mediados del siglo XVII. Si asumimos que la traducción más adecuada para la voz irlandesa fine es la de grupo familiar amplio cuyos miembros varones, extendiéndose incluso más allá de la tercera generación, son legalmente responsables los unos de los otros, la sociedad irlandesa altomedieval puede ser descrita de pleno derecho como una sociedad clánica o comunal. Tal es lo que se desprende de la lectura del texto Instituciones seculares, redactado por el especialista en derecho irlandés altomedieval Daniel Anthony Binchy, así como de la correspondiente entrada del Diccionario de la lengua irlandesa editado por Ernest Gordon Quin. En esta sociedad clánica altomedieval, las leyes Brehon por las que se regían los celtas irlandeses instituían un tipo de propiedad comunal de la tierra por el que ésta quedaba en manos de los clanes y conforme al cual se hacía prácticamente imposible desposeer a cualquiera de los miembros del clan de su derecho a trabajar la tierra para su propia supervivencia. «En el estudio de la sociedad celta primitiva», escribe el celtista Peter Berresford Ellis, «las tesis de Connolly y de autores afines parecen del todo aceptables. Cuando un clan o comunidad irlandesa ocupaba un territorio, éste pertenecía al clan como comunidad. [...] El jefe y la clase funcionarial (flaith) se apropiaban de algunas parcelas de tierra, como recompensa al trabajo que realizaban para la sociedad. Todo miembro del clan (ceile) recibía también una parcela de tierra en la que trabajar o construir. [...] El flaith y el jefe no eran dueños de la tierra que el ceile trabajaba y no podían hacer lo que quisieran con ella». Por su parte, Fergus Kelly otro de los grandes especialistas en derecho irlandés altomedieval, aunque no es partidario de hablar estrictamente de "propiedad comunal", no duda en manifestar que la mayoría de la tierra pertenecía al fine y que ninguno de sus miembros podía venderla sin el consentimiento de los demás. Finalmente, como ha apuntado el historiador John O'Beirne Ranelagh, fueron los normandos quienes llevaron a Irlanda «una estructura legal anglo-normanda diferente, el Derecho Consuetudinario, basado en la propiedad personal de la tierra y no, como en el Derecho Brehon Irlandés, en la propiedad conferida a un clan familiar». Cuando James Connolly alentaba a las clases trabajadoras irlandesas de su época con objeto de revertir el sistema de propiedad privada del que se beneficiaban terratenientes y capitalistas e implementar en su lugar una república socialista que garantizara la propiedad de la tierra para quienes la trabajaban, estaba recuperando y readaptando a los nuevos tiempos el espíritu de las leyes Brehon.

Early Irish society, editado por Myles Dillon, Cultural Relations Committee of Ireland, Dublín, 1954.

El Partido Socialista Republicano Irlandés fundado por James Connolly incorporaba un programa pionero para su época e incluso para la nuestra, en según qué aspectos: nacionalización de la banca y el transporte; gestión popular de las escuelas; educación universitaria gratuita; pensiones para los ancianos, enfermos, viudas y huérfanos; pensión alimenticia para la infancia; impuestos progresivos en función de la renta; sufragio universal; y semana laboral de 45 horas. Pero no obtuvo los apoyos deseados, por lo que Connolly, ante la perspectiva de criar una familia numerosa, se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos en 1903, como muchos irlandeses antes que él lo habían hecho. Durante esta ausencia, el sindicalista y socialista James Larkin (1876-1947), curtido en diversos enfrentamientos con la patronal en Belfast, logró concentrar sobre su persona buena parte del descontento social de la época. De ascendencia irlandesa, el "Gran Jim" Larkin había nacido como Connolly al otro lado del Mar de Irlanda Liverpool, en su caso y se había unido desde muy joven a la Federación Socialdemócrata marxista. En 1909, en un Dublín sumido en la miseria, fundó el célebre ITGWU, el Sindicato de Transporte y Unión General de Trabajadores, con sede en el edificio Liberty Hall dublinés. Connolly, que había regresado a Irlanda en 1910, se incorporó en Belfast al sindicato de Larkin apenas un año después. Allí logró destacar por sus cualidades organizativas y de liderazgo, convirtiéndose finalmente en el más estrecho colaborador de aquél. Transcurridos cuatro años desde su fundación, la ITGWU de Larkin y Connolly escribe John O'Beirne Ranelagh había «conseguido mejorar el sueldo y las condiciones laborales de muchos de sus partidarios».

John O'Beirne Ranelagh, Historia de Irlanda, Cambridge University Press, Madrid, 1999.

No fue hasta 1913 cuando el movimiento obrero irlandés tuvo que enfrentar el mayor conflicto sindical que había protagonizado Europa hasta la fecha: el conocido como lock-out o cierre patronal de Dublín. En éste, la Federación Patronal de Dublín (Dublin Employers' Federation), encabezada por el empresario William Martin Murphy (1844-1919), se dispuso a acabar de una vez por todas con el ITGWU, para lo cual hizo incompatible la afiliación al sindicato con la condición de trabajador de las empresas vinculadas a la Federación Patronal, vulnerando con ello la libertad de asociación de los trabajadores. Para lograr su objetivo, Murphy declaró un cierre patronal por el que, según sus propias palabras, obligarían a los obreros a claudicar por medio del hambre. El número de trabajadores afectados se elevaba hasta los 25.000, pero indirectamente afectaba a otras 25.000 personas que dependían de ellos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades y de los matones contratados por la patronal, los mítines sindicales continuaron sucediéndose. Tras emitirse varias órdenes de arresto contra Larkin, éste se refugió en la casa de la "Condesa Roja", Constance Markievicz, en las afueras de Dublín. Vestido y caracterizado como un anciano, Larkin logró dar esquinazo a la policía que debía impedirle acudir al mitin de la calle O'Connell que había sido convocado para el día 31 de agosto. Se encaramó al balcón de uno de los hoteles contiguos al lugar en el que aquél iba a celebrarse y, ya sin disfraz, se dirigió a la multitud de trabajadores allí reunida, que lo recibió con entusiasmo y efusión. Tras acceder al balcón del hotel propiedad de William Martin Murphy, la policía apresó a Larkin y lo condujo a la cárcel. Fuera, la violencia de las cargas policiales causó auténticos estragos, haciendo que aquel día fuera conocido en lo sucesivo como el "Domingo Sangriento", el primero de la historia de Irlanda de los que desde entonces sacudirían la sensibilidad de la opinión pública hasta fechas todavía recientes.

La policía carga contra los manifestantes obreros durante el conocido como "Domingo Sangriento" de 1913.

En este contexto de agitación, bajo la dirección de James Larkin y Jack R. White (1879-1946) capitán del Ulster condecorado con la Orden del Servicio Distinguido del ejército británico, los sindicatos obreros fundaron en noviembre de 1913 el Ejército Ciudadano Irlandés, una milicia de autodefensa dirigida a contrarrestar la violencia con la que las autoridades representantes del establishment pretendían destruir al movimiento obrero. La condesa Constance Markievicz (1868-1927) sería su tesorera y Sean O'Casey, su secretario. Jack R. White, que servía de líder e instructor del ICA, fue arrestado por las autoridades en marzo de 1914, lo que motivó que James Connolly ocupara su puesto. Por su parte, después de largos años en primera fila, Larkin tomó la decisión de darse un respiro viajando a los Estados Unidos para recabar allí apoyo y fondos. Con ello, Connolly se convertía en el responsable directo de la milicia obrera. Siete meses antes de la marcha del "Gran Jim", tras la redada que había conducido a la captura de Jack R. White, Larkin y Connolly habían reconstruido el mermado Ejército Ciudadano Irlandés otorgándole nuevos estatutos. En éstos podía leerse lo que sigue:
«1. Que el primer y último principio del Ejército Ciudadano Irlandés es el reconocimiento de que la propiedad moral y material de Irlanda reside en el pueblo de Irlanda.
2. Que sus objetivos principales serán: a) Armar y entrenar a todos los irlandeses capaces de llevar armas para reforzar y defender su primer principio; b) Enterrar toda diferencia por procedencia, privilegio y religión bajo el nombre común de "pueblo irlandés".
3. Que el Ejército Ciudadano defenderá la absoluta unidad de la nación irlandesa y el reconocimiento de los derechos y libertades de las democracias del mundo.
4. Que el Ejército Ciudadano estará abierto a todos los que estén dispuestos a aceptar el principio de igualdad de derechos y de oportunidades para el pueblo irlandés y a trabajar en armonía con el movimiento obrero organizado para lograr ese fin».
Se sentaban así las bases para la colaboración del ICA en el Alzamiento de Pascua que se produciría en Dublín apenas un par de años después, en 1916.

James Connolly, Las clases trabajadoras en la historia de Irlanda, Fundación Federico Engels, Madrid, 2017.

Como respuesta a la creación de los Voluntarios del Úlster (Ulster Volunteers), milicia fundada para garantizar la permanencia de los seis condados nororientales con la Corona Británica, la Hermandad Republicana Irlandesa (IRB) aprovechó la oportunidad que le brindaba la Liga Gaélica (Conradh na Gaeilge) de Eoin MacNeill (1867-1945) y en 1913 se introdujo mayoritariamente entre las filas de los Voluntarios Irlandeses (Irish Volunteers), creados por la Liga como contrapartida de aquéllos. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, el Ejército Ciudadano de Connolly y la sección de los Voluntarios Irlandeses liderada por Patrick Pearse encuentran en la nueva coyuntura la oportunidad histórica para un alzamiento popular contra el dominio británico sobre Irlanda. Para el alzamiento, los Voluntarios Irlandeses cuentan con 18.000 hombres; los milicianos del ICA, aunque esperaban incorporar 2.000, apenas tienen fusiles para armar a 220. A pesar de ello, el Gobierno Militar Revolucionario provisional, encabezado por Patrick Pearse, delega el mando de la insurrección en la persona de James Connolly. Su experiencia en la lucha sindical y su determinación lo convierten en el líder republicano más capacitado. El 24 de abril de 1916, lunes de Pascua, los rebeldes despliegan sus fuerzas en distintas localizaciones estratégicas de la capital. Debido a la confusión que antecede a la acción militar, los Voluntarios Irlandeses sólo logran reunir una décima parte de sus efectivos iniciales. Connolly se instala con una sección del ICA en la Oficina General de Correos: 38 hombres y una mujer Winifred Carney, su secretaria. El resto de su milicia obrera se sitúa en otros emplazamientos, como el Saint Stephen's Green. De entre las mujeres del Ejército Ciudadano, la condesa Markievicz combate con el rango de teniente. «A partir del momento en que suene el primer tiro», les comunica Connolly a los suyos, «ya no habrá más Voluntarios o Ejército Ciudadano, sino únicamente el Ejército de la República de Irlanda (Irish Republican Army)». A pesar de la devastación provocada por la artillería inglesa, los rebeldes logran resistir durante una semana. El propio Connolly es herido por partida doble mientras dirige las operaciones. La capitulación, los encarcelamientos, las ejecuciones, componen el resto de la secuencia histórica.
 
James Connolly (1868-1916).

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